Muy queridos lectores/as:
Me tomo la libertad de haceros llegar este grabado ligado a la tradición hermética alquímica y que lleva por título…
…MERCURIO Y VENUS
Todos los amantes de la Gnosis ya sabemos que, al hablar de los personajes centrales de esta ilustración, nos estamos refiriendo automáticamente a los ingredientes que son la base de eso que en el arte transmutatorio llamamos la Gran Obra.
Ante todo debemos informar de que este grabado era parte del frontispicio del libro titulado Les rudimens de la philosophie naturelle touchant le système du corps mixte, publicado en el año 1665. Se sabe, por otra parte, que esta obra antes citada fue desarrollada por el médico, físico y alquimista francés llamado Nicolás de Locques, a quien la historia ubica en el siglo XVII. Según el autor de esta obra, él fue, personalmente, el médico espagírico de Luis XIV de Francia.
Importante es saber que la palabra espagírico procede del vocablo spagiria, atribuido a Paracelso y que a su vez procede del griego spao, ‘extraer’, y ageiro, ‘reunir’. Paracelso dice lo siguiente: «Por eso aprende la Alquimia, que de otro modo es llamada Espagiria, ella enseña a separar lo falso de lo justo…».
¿Y qué es lo que la Alquimia nos ayuda a diferenciar entre justo e injusto? Respuesta: Mediante los fundamentos alquimistas que nos llevan a la consecución de la Gran Obra nos alejamos de lo injusto ─el Ego, los agregados psicológicos, el desorden, etc.─ y nos acercamos a lo justo ─el Ser, sus virtudes, sus facultades, etc.─.
Entrando en materia, diremos para comenzar que la imagen nos muestra al mismísimo Dios Mercurio sosteniendo con la mano izquierda una antorcha y con la derecha una concha marina. Está introduciendo el fuego de la antorcha en el interior de un balón alquímico, lo que termina haciendo también esa mujer a la que identificamos con Venus. ¿Y por qué está allí presente Venus e igualmente con una antorcha? Respuesta: Ella, Venus, está haciendo el papel del Azufre alquímico.De este modo, el Azufre ─Venus─ y el Mercurio unen sus potencias para crear esa nube o Arché dentro del cual se está gestando la Gran Obra interior, simbolizada por el astro con ocho radiaciones.
Hay que observar que, mientras el elemento volátil ─el Mercurio─ tiene una concha marina en una de sus manos y con la misma está tomando porciones de agua, Venus ─el Azufre divino─ hunde en las aguas una de sus dos antorchas para que termine mezclándose con el elemento acuático. De esto resulta el axioma alquimista que nos enfatiza: Hay que lograr que el elemento volátil se funda con el elemento fijo y terminen conformando uno solo.
Resulta interesantísimo que la mujer que representa a Venus justamente es comentada en textos alquímicos como la mujer apropiada a la piedra. Esto se debe al hecho de que ella representa al Azufre purificado, al Azufre santo o Azufre divino; en otras palabras, al fuego de Stella Maris.
Sobra decir que toda esta operación se realiza en el laboratorium oratorium de nuestra máquina orgánica, simbolizado en este grabado por el balón alquímico.
La comunión que hacen los fuegos de Mercurio y Venus termina configurando dentro de aquella nebulosa la unión de las potencias secretas que permitirán al Sol y a la Luna permanecer unidos dentro de nosotros. Así estaremos entonces bautizados por el Mercurio Azufrado o Azufre Mercurial, que es lo mismo. Este sería nuestro león verde que más tarde se convertirá en león rojo.
La enorme roca que aparece detrás de la mujer alegoriza a la roca milagrosa o piedra misteriosa, que no es otra que nuestra misma sexualidad.
No debemos pasar por alto el hecho de que la mujer aquí representada está de pie sobre un triángulo invertido, símbolo inequívoco del Azufre de los sabios.
Tampoco podemos desechar al Caduceo que aparece al lado del Mercurio secreto. Tal caduceo, con sus dos serpientes, ha representado siempre a los conductos Idá y Pingalá de nuestra fisonomía, a través de los cuales ascienden los átomos sagrados fruto de nuestras destilaciones.
Para terminar nuestra investigación, hemos de señalar al navío que vemos a lo lejos, al fondo de este grabado. Este navío nos recuerda los incesantes viajes o reiteraciones del arte que hemos de practicar cada vez que nuestra naturaleza nos lo permita.
Os regalo ahora unas frases para la reflexión:
«Nosotros sabemos lo que somos, pero no lo que podemos ser».
Shakespeare
«Dejar de ser no es igual a no haber sido».
Humberto Díaz Casanueva
«El Ser de un hombre no se determina por lo que posee, ni aun por lo que hace, sino que está directamente expresado por lo que es en sí mismo».
Aristóteles
«No puedes ver lo que eres, lo que ves es tu sombra».
Rabindranath Tagore
¡SOL JUSTITIAE, ILLUSTRA NOS!
─‘¡Sol de justicia, ilumínanos!’─.
KWEN KHAN KHU