San Bartolomé Apóstol, Duomo de Milán

Muy amados amigos lectores:

Mediante estas líneas quiero dirigirme a todos vosotros, y en esta oportunidad escribiros acerca de la vida de…

…SAN BARTOLOMÉ APÓSTOL

Doce fueron los hombres escogidos por el V.M. Aberamentho para que lo ayudasen a desarrollar su sagrada doctrina y para que participaran de su terrible drama que hoy conocemos con los calificativos de drama del Calvario o drama del Gólgota.

Todos ellos entregaron sus vidas enteramente para seguir al Mesías, que tanto se había mencionado en las profecías bíblicas durante muchos siglos, y, habiendo ellos palpado directamente aquellas realidades por los actos que vieron cometer al Nazareno, abandonaron todo para tan solo dedicarse a ir por el mundo predicando la buena nueva que el Theomegalogos ofrecía a esta humanidad sumida en la confusión y en la perversión.

Uno de esos hombres que la historia llama ahora Apóstoles fue, justamente, un discípulo del Gran Kabir de Galilea a quien se recuerda como San Bartolomé Apóstol

En esta ocasión para hablaros de este mártir voy a tomar como sujeto a una escultura que se halla en lo que en nuestros días es llamado el Duomo de Milán, o la catedral de la ciudad italiana que hoy llamamos Milán.

Esta obra escultórica fue realizada por el artista renacentista de nombre Marco d´Agrate, quien vivió entre los años 1504 y 1574. La escultura está situada delante del antiguo mausoleo, en el transepto derecho, y es la más renombrada obra de arte del interior de dicho majestuoso mausoleo.

Esta obra representa al Apóstol San Bartolomé, quien fue desollado vivo, sin piel, la cual cuelga de los hombros y cae por delante como si fuera un manto. El Apóstol lleva en su mano izquierda un libro abierto y en su mano derecha un cuchillo.

Los Maestros alquimistas de los primeros tiempos del Cristianismo, y durante toda la Edad Media, simbolizaron al Mercurio de los sabios bajo la forma de un libro abierto, indicándonos con esta imagen que las aguas sagradas habían sido ya fecundadas por el Azufre divino o Fuego de la bendita Stella Maris. Por otra parte, el cuchillo que lleva el Apóstol no alude simplemente a la forma en que le quitaron la vida, sino que simboliza al cuchillo de la autobservación de sí mismos para encontrar entonces la disolución del Ego animal en cada uno de nosotros.

San Bartolomé Apóstol, Duomo de Milán
San Bartolomé Apóstol, Marco d´Agrate (Duomo de Milán)
Detalle San Bartolomé Apóstol, Duomo de Milán

Estudiando de cerca esta magnífica obra de arte nos damos cuenta de que la mirada de San Bartolomé escruta el infinito y muestra, asimismo, un profundo dolor. En la base de esta escultura se puede leer una inscripción que nos dice en latín: «NON ME PRAXITELES SED MARC FINXIT AGRAT». Esta frase traducida nos relata: ‘No me hizo Praxiteles, sino Marco d´Agrate…’. No debemos olvidar que Praxiteles fue el más renombrado escultor griego del siglo IV a. C.

Entrando ahora en materia, viene bien recordar que solamente siendo crueles con nosotros mismos ─en nuestra lucha contra nuestro Ego animal─ podemos, finalmente, darle realidad a aquella frase lapidaria que muchos Maestros del arte transmutatorio enfatizaron: «¡Que la carne abandone los huesos!».

Necesitamos, compañeros y compañeras, vivenciar terribles padecimientos voluntarios y experimentar muchos sacrificios conscientes.Obviamente todo ello mediante la didáctica psicológica que enhorabuena nos mostró nuestro Avatara y Patriarca, V.M. Samael Aun Weor, a lo largo de sus obras magistrales sobre Gnosticismo. La didáctica de la muerte de nuestros agregados psíquicos fue conocida por el Budismo tibetano hace ya miles de años, y por ello existen esculturas representativas de un yogui realmente esquelético y sentado en la posición de loto para introducirse en la meditación interior profunda.

Cuando estudiamos la vida de los Apóstoles del V.M. Aberamentho nos quedamos estupefactos de la muerte que cada uno de ellos encontró al final de su vida. Todas fueron muertes trágicas, llenas de inmenso dolor imposible de describir con palabras. Algunos fueron serruchados, otros decapitados como Pablo de Tarso, etc., etc., etc. Y ante estas muertes inesperadas surge en nuestra mente una pregunta: ¿Pagaron terribles karmas todos ellos por haber servido al Cristo y buscar con ello alcanzar su liberación espiritual?

RESPUESTA: Sí y no. Ciertamente, cuando alguien se dispone a abandonar la Rueda del Samsara ─rueda de nacimientos y muertes─ es obvio que antes de que pueda hacerlo deberá pagar hasta el último centavo que tenga pendiente con los tribunales del karma a causa de nuestras acciones equivocadas en anteriores existencias. Esa es la ley, tal es el precio de la liberación. Pero, por otra parte, estas muertes quedaron encuadradas para la historia como un mensaje para toda la humanidad, buscando hacerla consciente de la imperiosa necesidad de divorciarnos de la ilusión mayávica de nuestra existencia para entregarnos en los brazos del SER.

Todo esto lo sabía de antemano el V.M. Aberamentho y así se lo confió a sus doce Apóstoles, quienes a su vez aceptaron el reto que les planteaba el Logos Solar… Importante es también no olvidar que ¡el cielo se toma por asalto y solo los valientes lo han tomado!,dice la tradición hermética.

¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de dar hasta la última gota de nuestra sangre por amor al TERCER FACTOR DE LA REVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA? ¿Seríamos capaces de llegar a estos sacrificios? Reflexionemos, amigos y amigas, pues el sendero de la Autorrealización nos exigirá siempre más y más sacrificios cada vez que ansiemos más y más acercarnos al reino del Eterno….

Os entrego ahora unas frases para la reflexión:

«El mérito de las personas fija el precio de sus acciones».
Cristina de Suecia

«La naturaleza constituye el mérito y la fortuna lo pone en la obra».
La Rochefoucauld

«Es el martirio una rúbrica de la fe».
Fray Damián Cornejo

«Siempre hiere Dios a quienes prepara para la eterna salvación».
San Isidoro de Sevilla

«Lo que el cielo tiene ordenado que suceda no hay diligencia ni sabiduría que lo pueda prevenir».
Cervantes

MEMENTO MORI.
─‘Recuerda que un día morirás’─.

KWEN KHAN KHU

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