Esta obra, Ocultismo trascendental, es una entrega más de las sagradas enseñanzas que constituyen lo que el Gnosticismo contemporáneo ha venido a llamar el Quinto Evangelio. Se trata de la Quinta Verdad, el Quinto Veda, que ha llegado a nosotros de la mano de un auténtico Maestro de la Blanca Hermandad: el V.M. Samael Aun Weor.
La sabiduría gnóstica nos remite, amigo lector, a los conocimientos que originalmente poseyó la humanidad en los días en que, de manera metafórica, se decía que «los ríos manaban leche y miel». Eran otros tiempos en los cuales el hombre estaba en comunicación permanente con su Creador y, por ende, en armonía con las Jerarquías Divinas. Entonces las masas humanas conocían la música trascendental, el arte superior, las leyes que secretamente regían y siguen rigiendo la naturaleza y el cosmos, la forma de gestionar su propio destino y, finalmente, alcanzar eso que en ocultismo práctico llamamos la Autorrealización íntima del Ser.
Toda una pléyade extraordinaria de narraciones interesantísimas nos regala el autor de este tratado sobre Ocultismo trascendental. La pluma de este gran sabio que lleva por nombre Samael Aun Weor, no cesa de hacernos llegar mensajes tremendamente revolucionarios sobre ese «saber» ligado a eso que llamamos la «Conciencia». Este V.M. de la Blanca Hermandad nos habla de lo que él mismo ha podido verificar mediante sus investigaciones metafísicas a lo largo de su vida llena de mística objetiva. La misma vida de este gran Ser es todo un caudal de acontecimientos relacionados con eso que las sociedades secretas han llamado la «Gran Obra» o la «Autorrealización íntima del Ser». Esto último queda bien descrito por Stephan Hoëller cuando nos dice:
«En mi obra, Gnosis als Weltreligion –1951– mencioné que el Gnosticismo expresaba una experiencia religiosa específica, que a menudo se transformaba en mito… Al parecer es claro que al menos algunos de los principales sistemas gnósticos fueron inspirados por emociones vívidas y experiencia personal. Y en la actualidad generalmente se acepta que el Gnosticismo no era una filosofía, y ni siquiera una herejía cristiana, sino una religión con sus propios puntos de vista específicos sobre Dios, el mundo y el hombre. Y podríamos añadir que el Gnosticismo es una religión llena de sacramentos que liberan el alma».
El mérito de este tratado radica en el hecho de que constituye una herramienta más que se nos entrega para producir esa transvalorización que necesitamos. La cualidad esencial de la Gnosis, como doctrina, es sobre todo la praxis que de sus postulados podemos realizar. El Gnosticismo no está constituido de teorías, sino de enseñanzas trascendentales verificables por cualquier persona. El que verifica lo que estudia obtiene por sí mismo eso que llamamos fe. La verdadera fe en las cosas del Espíritu no se obtiene jamás a base de creencias, sino de testimonios logrados mediante la práctica.
Veritas est lux.
–‘La verdad es luz’–.
Kwen Khan Khu