Para los amantes del esoterismo narrativo y realista, surge en estos instantes críticos para la humanidad la obra Mirando al Misterio, como un relámpago divino que viene a hacer el milagro de la luz en medio de las espantosas tinieblas, que todo lo envuelven con su manto siniestro de desolación y muerte.
Este tratado constituye una síntesis conceptual acerca de los innumerables fenómenos sobrenaturales que más han impactado la mente de los pobladores de la tierra desde tiempos lejanos hasta nuestros días.
Mediante una extraordinaria capacidad narrativa, el V.M. Samael Aun Weor discurre con el lector, ávido de explicaciones sinceras, sobre la autenticidad de muchos tesoros de la sabiduría oculta, como por ejemplo las técnicas orientales que permiten introducir el cuerpo físico entre la cuarta coordenada matemática del universo, o mundos paralelos de Einstein y otros grandes físicos contemporáneos; las apariciones misteriosas suscitadas en el seno de una noche cualquiera; las transformaciones que pueden llevar a cabo muchos chamanes de distintas tribus indígenas de Centro y Suramérica, conocidas también con el calificativo de «nahualismo»; el misterio que encierran algunos animales como el gato negro, venerado en unas culturas e injustamente perseguido en otras; los aquelarres y las brujas que los producen, etc., etc., etc.
En cada explicación que el autor da sobre estos variados temas, se evidencia un profundo conocimiento de causa y una agudeza insuperable a la hora de hacer precisiones específicas a nivel científico, filosófico o sencillamente mágico.
Con seguridad podemos decir al buen lector que Mirando al Misterio ciertamente acercará el mundo de lo sobrenatural a la humana persona que, indagando en el contenido de estas páginas, suspire con el anhelo de conectar, alguna vez, con una sabia guía en materia de sucesos paranormales.
Por todos estos motivos, amable lector, te invitamos a perseverar en la lectura de este tratado, porque bien lo enunció Arturo Graf al decirnos: «La perseverancia es la virtud por la que todas las otras virtudes dan su fruto».
Kwen Khan Khu