El Manual de magia práctica es, entre otras, una obra formidable que introduce al devoto de la Gnosis en el terreno de la Magia trascendental, hasta permitirle conectarse, de manera real, con las dimensiones superiores del espacio. Existe, en contrapartida a este tratado, toda una gama de libros que pretenden ofrecer al lector conocimientos divinales para el enaltecimiento de su alma, mas en verdad no pasan de ser más que simples tratados de charlatanería y asuntos pseudoesotéricos. Eso es lo que llamamos hoy en día mercados de teorías insubstanciales que en la actualidad abundan como la mala hierba.
Este fue el escenario que el autor de esta hermosa obra encontró cuando empezó a ofrecer a la humanidad la verdadera sabiduría que proviene del Ser. Así es, amigo lector, el auténtico conocimiento nunca vendrá de las mentes lunáticas y ensoñadoras, no. El saber iniciático pertenece a las cuarenta y nueve partes autoconscientes que integran al Real Ser de la Filosofía Hermética. Solamente aquellos seres que han logrado decapitar a la mente sensual y al Ego animal que mora en el interior de la humana criatura, son capaces de producir dentro de ellos el famoso religare que tanto se predica en el mundo de las religiones.
Cuando alguien consigue realizar semejante tarea en el mundo metafísico, decimos entonces que ha logrado alcanzar la llamada Autorrealización íntima del Ser…
Autorrealizarse, paciente lector, es la tarea de las almas en su tránsito por este mundo mayávico del que todos, lamentablemente, somos víctimas. Abandonar el sueño que adormece el psiquismo humano significa rebelarse contra la mecanicidad de la existencia misma, y esto solo es posible conseguirlo con la ayuda de las fuerzas superiores del cosmos y de la naturaleza que, enhorabuena, están descritas en estas páginas. Cada página de este volumen está llena de prácticas extraordinarias que producen un efecto inmediato en la vida interior y exterior del lector. De allí, entonces, que se diga que «la Gnosis vive en los hechos, se marchita en las fantasías y es muy difícil de hallar aun en los pensamientos más sublimes…».
Kwen Khan Khu
