La tentación del ocioso, Albert Durero

Muy amados amigos y amigas: 

Me acerco a vosotros, queridos amigos, para haceros llegar una breve explicación de un hermoso grabado atribuido a Albert Durero, realizado en el año 1498. 

En el mismo se aprecia que, ciertamente, estos artistas, independientemente de ser grandes exponentes del arte, tenían grandes inquietudes místicas sobre el destino del hombre en su estancia en la tierra. Por ello, el título de este grabado viene a ser, según el artista… 

…LA TENTACIÓN DEL OCIOSO

La tentación del ocioso, Albert Durero
La tentación del ocioso, Albert Durero

Para entrar en materia comenzaremos diciendo que, según el proverbio popular: «La ociosidad es la almohada del diablo».Y es que, de hecho, no existe peor mal que nos pueda azotar que el olvido de sí mismos, como bien nos lo enfatiza la Gnosis. Necesitamos estar en estado de alerta y no entregarnos a la ociosidad psicológica o física. Esto es lo que sucede a esta humanidad que solamente quiere nadar en el placer y entregarse a los deseos que el Yo le produce desde dentro.

La figura del diablo o del Yo queriendo introducirnos deseos pecaminosos es muy clara, pues nos habla abiertamente de que, mientras estemos dormidos en nuestra Conciencia, siempre estaremos recibiendo mensajes malignos de la contraparte de nuestro propio SER. Esa es la eterna lucha entre el Ser y el No Ser de la Filosofía Hermética.De este modo podemos concluir que el amor lucha por acercarnos al SER, mientras que el «contra-amor» luchará siempre por alejarnos del mismo…..

Podemos apreciar aquí un erudito de mediana edad dormitando frente a una estufa y el diablo ─léase: el EGO─ está detrás del mismo soplando deseos impuros en su oído con un fuelle de chimenea.

En nuestro camino hemos de cuidar el estar permitiendo a nuestra mente vagabundear, pues ese hábito malsano es tomado por el YO y de este modo nos va introduciendo, en distintos niveles psíquicos, diversos estados o deseos que nos conducen, sin lugar a dudas, a entregarnos en sus brazos. Nuestra humanidad ha caído tan bajo moral y anímicamente que la misma ociosidad lleva a muchos peregrinos del Camino Secreto a dejarse arrastrar por deseos inmundos como la masturbación, la pornografía, etc., etc., etc. Obviamente, mientras anímicamente estemos atados a estas ociosidades jamás llegaremos a las cumbres del Espíritu, es decir, del SER.

Por otra parte, en este mismo grabado podemos observar a la diosa Venus cerca del «dormilón», y ella le ofrece la manzana, o el fruto de la ciencia del bien y del mal. También ella le señala la estufa ─el calor alquímico en el cual debemos refugiarnos en nuestra existencia─ porque, ciertamente, dicha manzana representa la sexualidad. Empero, dicha sexualidad puede ser escalera para subir o escalera para bajar… El sexo, estimado lector, puede redimir al hombre o esclavizarlo atándolo a la roca del deseo animal.

En el estado de la raza humana actual es fácil comprender por qué vemos en esta expresión artística a Cupido ─una parte sacratísima de nuestro propio SER─ queriendo acercarse al «dormilón» utilizando unos zancos, pues el mismo necesita utilizar recursos para que no lo ignoremos. Cupido, ínclito lector, es el símbolo de la pureza en el amor, y sin ese ingrediente nuestros trabajos alquímicos resultarán fatuos, fracasados, aunque queramos justificarnos ante Dios con la excusa de que NO QUEREMOS FORNICAR…

En realidad de verdad, el Arcano A.Z.F. es llamado arte transmutatorio porque se trata de algo que no es mecánico, sexualoide, sino que es la clave magna para transformarnos radicalmente haciendo del coito una forma de la oración, tal y como nos lo enseñó nuestro Patriarca, V.M. Samael Aun Weor. Esto último no debemos pasarlo por alto porque sería un gran fallo de nuestra parte al querer trabajar con la llave secreta.

La esfera que aparece cerca de Cupido es una alegoría de nuestro Mercurio, elemento alquímico que debe ser sublimado durante el trance amoroso.

Esperando que nuestras palabras sean tomadas por vuestras Conciencias y no por vuestro frío intelecto, me suscribo de todos vosotros, no sin antes enfatizaros que:

EL SER NO ES UNA QUIMERA, ES LA MÁS PROFUNDA REALIDAD EN NOSOTROS.

KWEN KHAN KHU

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