Incuestionablemente, en la rigurosa observación del Mí mismo resulta siempre impostergable e inaplazable hacer una completa diferenciación lógica en relación con los acontecimientos exteriores de la vida práctica y los estados íntimos de la Conciencia.
Necesitamos con urgencia saber dónde estamos situados en un momento dado, tanto en relación con el estado íntimo de la Conciencia como en la naturaleza específica del acontecimiento exterior que nos está sucediendo.
La vida en sí misma es una serie de acontecimientos que se procesan a través del tiempo y del espacio…
Alguien dijo: “La vida es una cadena de martirios que lleva el hombre enredada en el alma…”.
Cada cual es muy libre de pensar como quiera; yo creo que a los efímeros placeres de un instante fugaz le suceden siempre el desencanto y la amargura…
Cada acontecimiento tiene su sabor característico especial, y los estados interiores son asimismo de distinta clase; esto es incontrovertible, irrefutable…
Ciertamente, el trabajo interior sobre sí mismo se refiere en forma enfática a los diversos estados psicológicos de la Conciencia…
Nadie podría negar que en nuestro interior cargamos con muchos errores, y que existen estados equivocados…
Si de verdad queremos cambiar realmente, necesitamos con urgencia máxima e inaplazable modificar radicalmente esos estados equivocados de la Conciencia…
La modificación absoluta de los estados equivocados origina transformaciones completas en el terreno de la vida práctica…
Cuando uno trabaja seriamente sobre los estados equivocados, obviamente los sucesos desagradables de la vida ya no pueden herirle tan fácilmente…
Estamos diciendo algo que solo es posible comprenderlo vivenciándolo, sintiéndolo realmente en el terreno mismo de los hechos…
Quien no trabaja sobre sí mismo es siempre víctima de las circunstancias; es como mísero leño entre las aguas tormentosas del océano…
Los acontecimientos cambian incesantemente en sus múltiples combinaciones; vienen uno tras otro en oleadas, son influencias…
Ciertamente, existen buenos y malos acontecimientos; algunos eventos serán mejores o peores que otros…
Modificar ciertos eventos es posible; alterar resultados, modificar situaciones, etc., está ciertamente dentro del número de las posibilidades.
Empero existen situaciones, de hecho, que de verdad no pueden ser alteradas; en estos últimos casos deben aceptarse conscientemente, aunque algunas resulten muy peligrosas y hasta dolorosas…
Incuestionablemente, el dolor desaparece cuando no nos identificamos con el problema que se ha presentado…
Debemos considerar la vida como una serie sucesiva de estados interiores; una historia auténtica de nuestra vida en particular está formada por todos esos estados…
Al revisar la totalidad de nuestra propia existencia podemos verificar por sí mismos, en forma directa, que muchas situaciones desagradables fueron posibles gracias a estados interiores equivocados…
Alejandro Magno, aunque siempre fue temperante por naturaleza, se entregó por orgullo a los excesos que le produjeron la muerte…
Francisco I murió a causa de un sucio y abominable adulterio, que muy bien recuerda la historia todavía…
Cuando Marat fue asesinado por una monja perversa, se moría de soberbia y de envidia, se creía a sí mismo absolutamente justo…
Las damas del Parque de los Ciervos, incuestionablemente, acabaron totalmente la vitalidad del espantoso fornicario llamado Luis XV.
Muchas son las gentes que mueren por ambición, ira o celos; esto lo saben muy bien los psicólogos…
En cuanto nuestra voluntad se confirma irrevocablemente en una tendencia absurda nos convertimos en candidatos para el panteón o cementerio…
Otelo, debido a los celos, se convirtió en asesino, y la cárcel está llena de equivocados sinceros…
Psicología Revolucionaria, capítulo VIII, «Estados equivocados».
Samael Aun Weor