Accusare se stessi

La Esencia que cada uno de nosotros lleva en su interior viene de arriba, del cielo, de las estrellas… 

Incuestionablemente, la Esencia maravillosa proviene de la nota «LA» (la Vía Láctea, la galaxia en que vivimos). 

Preciosa, la Esencia pasa a través de la nota «SOL» (el Sol) y luego de la nota «FA» (la zona planetaria), entra en este mundo y penetra en nuestro propio interior. 

Nuestros padres crearon el cuerpo apropiado para la recepción de esta Esencia que viene de las estrellas… 

Trabajando intensamente sobre nosotros mismos y sacrificándonos por nuestros semejantes regresaremos victoriosos al seno profundo de Urania… 

Nosotros estamos viviendo en este mundo por algún motivo, para algo, por algún factor especial… 

Obviamente, en nosotros hay mucho que debemos ver, estudiar y comprender, si es que en realidad anhelamos saber algo sobre nosotros mismos, sobre nuestra propia vida… 

Trágica es la existencia de aquel que muere sin haber conocido el motivo de su vida… 

Cada uno de nosotros debe descubrir por sí mismo el sentido de su propia vida, aquello que lo mantiene prisionero en la cárcel del dolor… 

Ostensiblemente, hay en cada uno de nosotros algo que nos amarga la vida y contra lo cual necesitamos luchar firmemente… 

No es indispensable que continuemos en desgracia, es impostergable reducir a polvareda cósmica eso que nos hace tan débiles e infelices. 

De nada sirve engreírnos con títulos, honores, diplomas, dinero, vano racionalismo subjetivo, consabidas virtudes, etc., etc., etc. 

No debemos olvidar jamás que la hipocresía y las tontas vanidades de la falsa personalidad hacen de nosotros gentes torpes, rancias, retardatarias, reaccionarias, incapaces para ver lo nuevo… 

La muerte tiene muchos significados, tanto positivos como negativos. 

Consideremos aquella magnífica observación del Gran Kabir Jesús el Cristo: “Que los muertos sepulten a sus muertos”. Muchas gentes, aunque viven, están, de hecho, muertas para todo posible trabajo sobre sí mismas, y, por ende, para cualquier transformación íntima. 

Son personas embotelladas entre sus dogmas y creencias, gentes petrificadas en los recuerdos de muchos ayeres, individuos llenos de prejuicios ancestrales, personas esclavas del qué dirán, espantosamente tibias, indiferentes, a veces «sabihondas», convencidas de estar en la verdad porque así se lo dijeron, etc., etc., etc. 

No quieren esas gentes entender que este mundo es un «gimnasio psicológico» mediante el cual sería posible aniquilar esa fealdad secreta que todos llevamos dentro… 

Si esas pobres gentes comprendieran el estado tan lamentable en que se encuentran temblarían de horror… 

Empero, tales personas piensan siempre de sí mismas lo mejor; se jactan de sus virtudes, se sienten perfectas, bondadosas, serviciales, nobles, caritativas, inteligentes, cumplidoras de sus deberes, etc. 

La vida práctica, como escuela, es formidable, pero tomarla como un fin en sí misma es manifiestamente absurdo. 

Quienes toman la vida en sí misma, tal como se vive diariamente, no han comprendido la necesidad de trabajar sobre sí mismos para lograr una transformación radical. 

Desgraciadamente, las gentes viven mecánicamente, nunca han oído decir algo sobre el trabajo interior… 

Cambiar es necesario, pero las gentes no saben cómo cambiar; sufren mucho y ni siquiera saben por qué sufren… 

Tener dinero no es todo. La vida de muchas personas ricas suele ser verdaderamente trágica… 

Psicología Revolucionaria, capítulo V 
Samael Aun Weor 

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