Cómo hacer el trabajo interior- Calavera, Muerte mística

Muy amados/as lectores/as:

Queridos amigos, considero que necesitamos recordarnos, claramente, cómo se debe hacer el famoso trabajo interior sobre sí mismos. A los efectos, transcribo una palabras del V.M. Samael en las cuales él responde a muchas preguntas acerca de…

…¿CÓMO HACER SIEMPRE EL TRABAJO INTERIOR?

Discípulo:. Venerable Maestro, a mí se me dificulta mucho la práctica de la muerte. Por más explicaciones que me dan, yo entiendo la parte teórica, pero al ponerme a hacer el ejercicio de la meditación, de comprensión del Yo y todo ese proceso, no sé si lo estoy realizando bien. Tal vez usted nos podría dar una orientación precisa al respecto.

Maestro: Pues hombre, francamente, yo no le veo dificultad a eso; yo no le veo ningún problema que se esté uno observando todo el día a sí mismo a ver qué encuentra. De pronto, tiene uno un arranque de ira, de coraje, y entonces viene a descubrir que tiene el Yo de la ira. Tratar de comprenderlo, de reflexionarlo; tratar de revivir la escena aquella de la ira, y una vez que lo comprendió, desintegrarlo. Se concentra uno en su Madre Divina Kundalini y «le chilla y le chilla y le chilla» hasta que, al fin, ella le desintegra el Yo de la ira. ¿Qué trabajo tiene eso? Yo no le veo trabajo. ¿Ustedes le ven trabajo? ¡Yo no!

D.  Maestro, pero uno puede tener varios Yoes que le molestan a uno en un momento, y puede que uno se manifieste en forma violenta y otro muy sutilmente, y ambos sean muy peligrosos ¿A cuál de ellos hay que desintegrar primero?

M.  Pues hombre, aquí, en esto de la desintegración de los Yoes, no debe haber preferencias; la ley debe ser para todos, cueste lo que cueste. Se trabaja al más chiquito y al más grandote, y a ambos hay que darle chicharrón. Coge el uno y agarra al otro, no te compliques tanto la mente; simplifica un poco y para adelante, y ahí nos vemos.

D.  Venerable Maestro, pero ¿cómo se matan, en sí, los Yoes? Igual que si una persona estuviese acorralada y veinte personas que quieren dispararle a la vez, pues, uno no va a ponerle atención a uno, sino al que le va disparando.

M.  Ahí tiene uno que marchar contra el que uno descubra, sin tanto matarse la cabeza, sino el que descubra y para adelante. Estudiarlo, comprenderlo, y luego, rogarle a la Madre Divina Kundalini que le dé chicharrón, ¡y listo!

D.  Venerable Maestro, ¿necesitamos conocer alguna técnica de meditación para la comprensión del Yo?

M.  No, para eso no hay necesidad de tanta técnica. Cuando tú te pones a pensar por ahí, en cualquier cosa de la vida, pues tú no necesitas tener técnicas. Cuando uno está interesado en algo, está interesado, y si uno está interesado en saber por qué tiene ira, no necesita de tanta técnica, sino que está interesado, quiere saber –y tiene derecho, además–.

De manera que, entonces, después de que esté uno interesado, viene a meditar en una forma tan natural que ni lo piensa.

Es decir, que uno no se pone a pensar cómo va a meditar. Uno está interesado en comprender un Yo, y se acabó. Saber por qué se expresa de determinadas maneras y en determinado momento, y por qué en otras ocasiones no se expresa, etc., y otras tantas hierbas.

De manera que cuando uno lo ha comprendido, le pide entonces a la Madre Divina Kundalini que le dé chicharrón, y ella se lo da. Para eso no se necesita ser tan sabio.

D.  ¿Qué puede uno hacer cuando se le manifiesta un defecto a una persona en varios centros? ¿Cómo podría uno ayudarla?

M.  Mira, uno tiene que preocuparse por los defectos de uno y disolverlos, porque si uno no ha disuelto los defectos psicológicos que uno tiene, ¿cómo podría hacer, pues, para eliminar los defectos psicológicos de los demás? Pensemos primero en nosotros mismos, en que tenemos que desintegrar tales o cuales errores, y una vez que lo hayamos logrado, entonces sí podemos darnos el lujo de ayudar a otros.

D.  Cuando todos los centros están funcionando negativamente, ¿qué se podría hacer para controlarlos?

M.  Hay cinco centros importantes: primero, centro intelectual; segundo, centro emocional; tercero, centro motor; cuarto, centro instintivo; quinto, centro sexual.

También existen siete niveles de hombre –y de mujeres también, aquí veo puras damas–. Primero, el hombre meramente instintivo; segundo, el emocional; tercero, el intelectual; cuarto, aquel que ha fabricado su cuerpo astral; quinto, el que ha fabricado su cuerpo mental; sexto, el que ha fabricado su cuerpo causal; séptimo: el hombre perfecto.

La «Torre de Babel» está aquí formada por los hombres uno, dos, y tres. Así que hay que saber entender. El círculo de «confusión de lenguas» está formado por las personas del nivel uno, dos y tres, es decir, el instintivo, emocional e intelectual.

Esas gentes no se entienden: el intelectual no entiende al instintivo; el instintivo no entiende al intelectual; el emocional no entiende al instintivo; el intelectual no entiende al emocional, y el emocional tampoco entiende al intelectual. Eso es una «Torre de Babel».

De manera que, por ejemplo, si una persona intelectual le habla a una persona instintiva, 4 no se entienden. Y 5 si una intelectual le habla a una emocional, tampoco se entienden. Las personas una, dos, y tres han formado la «Torre de Babel», han llenado al mundo de desgracias, lo han llevado a varias guerras mundiales; son la calamidad para el planeta Tierra.

Existe un cuarto nivel de personas. Me refiero, en forma clara, a las personas que ya lograron equilibrar todos los cinco centros de la máquina. Cuando ya los cinco centros de la máquina están perfectamente equilibrados, entonces puede uno controlar todos los centros.

Mientras uno no haya llegado al nivel número cuatro, no puede lograr ningún control sobre los centros de la máquina orgánica. Y para llegar al número cuatro, se necesita eliminar de la personalidad humana todos los Yoes pesados, cuales son el orgullo, el engreimiento, la vanidad, el egoísmo, el odio, los celos, la autoimportancia, la autosuficiencia, la vanidad, etc.

Si uno consigue eliminar esos agregados psíquicos tan pesados, se establece un centro de gravedad consciente dentro de nuestra psiquis. Establecido tal centro de gravedad consciente dentro de nuestra psiquis, queda también establecido el equilibrio de todos los centros de la máquina, y entonces puede controlarlos a voluntad. Antes, no es posible.

D.  Maestro, como hay tantísimos Yoes para trabajar, ¿puede uno en una vida exterminarlos a todos?

M.  Si uno se dedica en una sola existencia a destruir los Yoes, los desintegra. La Madre Divina Kundalini tiene terribles poderes. Uno lo que tiene que hacer es desarrollar el sentido de la autobservación psicológica. A cada hora, a cada segundo, a cada minuto debe estarse observando a sí mismo, de momento en momento, de instante en instante.

Sucede que los defectos que llevamos escondidos afloran en forma espontánea cuando menos uno lo piensa. Ya aflora, a través de uno, los celos; ya, la ira; ya, el odio; ya, el orgullo, el engreimiento, etc.

Una vez que uno ha descubierto en sí mismo que tiene un defecto, no debe justificarlo, no debe evadirlo; debe, sencillamente, dedicarse a trabajarlo, a analizarlo, estudiarlo, comprenderlo, hacerle la disección para saber qué es lo que tiene adentro, cuál es su origen, de dónde viene. Y cuando ya uno ha comprendido íntegramente ese defecto, entonces, ¿qué debe hacer? Concentrarse adentro, en la Divina Madre Kundalini; suplicarle, rogarle, llorarle, pidiéndole que desintegre ese defecto comprendido, y ella así lo hará.

Esto debe hacerse todos los días, diariamente, con paciencia, hasta que el tal defecto se vuelva ceniza. ¿Entendido? Todo se debe trabajar aquí y ahora; ahí, poquito a poquito, va uno avanzando y los va descubriendo cada vez más y más y más. Es decir, uno tiene que ir ahondando, quitando capa tras capa, capa tras capa. A medida que uno va avanzando dentro de sí mismo, descubre uno muchísimos defectos que ni remotamente sospechaba que los tenía.

─Extractos de la conferencia titulada «Encuentro con las hermanas gnósticas», págs. 563, 564, 565, 566; tomo II de El Quinto Evangelio.

Os entrego ahora unas frases para ser llevadas a la reflexión:

«Sé un hombre honesto y habrá en el mundo un pícaro menos».
Carlyle

«Espero tener siempre suficiente fuerza vital y virtud para conservar lo que considero que es el más envidiable de todos los títulos: el carácter de Hombre Honrado».
George Washington

«Como consulta la dama
con el espejo su tez,
¿no consultará una vez
con la honestidad su fama»……
Luis de Góngora

«La Providencia ha hecho al hombre este regalo: que las cosas honestas son las más útiles».
Quintiliano

«El mayor número de males que padece el hombre proviene del hombre mismo».
Epícteto

CARPE DIEM
─‘Aprovecha el día’─.
KWEN KHAN KHU

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