Apreciados amigos y amigas:
Tomando en cuenta los tiempos que estamos viviendo actualmente a nivel mundial y considerando que es tan malo callar cuando debemos hablar como hablar cuando debemos callar, me veo en la necesidad imperiosa de haceros llegar estas palabras de nuestro Patriarca y Avatara de Acuario, V.M. Samael Aun Weor, al respecto de nuestra necesidad de hacernos MUY SERIOS en lo tocante a nuestro TRABAJO INTERIOR. Estas palabras de nuestro Gurú fueron parte de una conferencia de Tercera Cámara que en su momento él consideró muy oportuna para todos los que amamos con sinceridad la Gnosis. Tales palabras están referidas a…
…EL PRINCIPIO FULASNITAMNIANO Y EL PRINCIPIO ITOKLANOTZ
«La hora que vivimos es crítica y difícil, y ya no hay remedio. Ahora no nos queda sino una sola cosa: preocuparnos por morir en nosotros mismos y avanzar todo lo que podamos en el camino de la Autorrealización Íntima del Ser.
En otros tiempos se vivía de acuerdo con la Ley o Principio Fulasnitamniano. Repito para que lo anoten: Fulasnitamniano, y hasta podríamos anotar eso en un pizarrón.
Son términos que ustedes deben conocer, porque hay dos leyes, dos principios: el Fulasnitamniano y el Itoklanotz. […]
El Principio Fulasnitamniano es el que pertenece a los auténticos hombres. Ese principio permite vivir a la humanidad hasta que esta haya formado los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser.
Así, en otras edades, las gentes, viviendo de acuerdo con el Principio Fulasnitamniano, vivían hasta un promedio de mil años; otros alcanzaban doce y quince siglos. Entonces, aunque no se hubiesen fabricado los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser en la juventud, se fabricaban después en la madurez; había tiempo para todo. Eran las épocas de la Lemuria, del continente Mu.
Pero comoquiera que la humanidad dejó de cumplir con el deber cósmico del Ser ─que es el hacerse conscientes de las actividades de cada uno de nuestros cinco centros básicos, llamados: intelecto, emoción, movimiento, instinto y sexo─, entonces se degeneró.
Al degenerarse la humanidad, no le quedó más remedio a los Adeptos de la Fraternidad Oculta que permitir que la humanidad viviera con esa ley que gobierna el reino animal, con ese principio llamado Itoklanotz, es decir, ley que nos permite vivir tan solo unos 80 años, etc. En el Egipto se vivían 140 años, ahora ya ni a 80 llegamos, como mucho a 50, 60, 70 años. Esa Ley de Itoklanotz, indudablemente, es la que gobierna el reino animal.
¿Cuál es la diferencia entre una y otra ley? Que la Ley del Eterno Fulasnitamniano nos permite vivir hasta que fabriquemos los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser. En cambio, el Principio Itoklanotz no tiene en cuenta para nada los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, sino a los animales, y se muere cuando la naturaleza necesite de nosotros.
Es decir, como en cada uno de nosotros hay una sustancia que la naturaleza usa para su propia nutrición, ella lo desencarna a uno cuando considere que llegó su hora, que necesita su alimento. Ella se cobra sin tener en cuenta para nada que el individuo haya o no haya fabricado los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser. Ese es el Principio Itoklanotz.
De manera que ahora la humanidad está viviendo de acuerdo con un principio estrictamente animal: el Principio Itoklanotz. No es el Principio Itoklanotz para una especie humana de verdad, pero como está tan degenerada la humanidad, no queda más remedio que gobernarla con el Principio Itoklanotz, ese de los animales. Es cruda esa verdad, pero es la verdad.
Claro que con el Principio Fulasnitamniano la humanidad tenía oportunidad para transmutar el esperma en energía. Entonces se aprovechaba el Hidrógeno Sexual Si-12 para hacerlo cristalizar en la forma del cuerpo astral. Entonces se utilizaba el esperma sagrado como debía ser, y la gente sabía transmutarlo para fabricar el mental, y sabía transmutar ese esperma para fabricar el causal; y cuando desencarnaban, aquellas gentes de principios de la Atlántida y de Lemuria lo hacían llevándose ya sus Cuerpos Existenciales Superiores del Ser. Los habían fabricado gracias a que habían tenido tiempo suficiente con el Principio Fulasnitamniano.
Vean ustedes cómo ha cambiado todo a través del tiempo y de los años. Hoy, desafortunadamente, la especie humana está gobernada por el Principio Itoklanotz, no se sabe a qué hora le toca la desencarnación a tal o cual persona, a tal o cual estudiante del esoterismo. Entonces, ¿qué hacer? Aprovechar el tiempo hasta el máximo, transmutar el esperma en energía, fabricar rápidamente los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser antes de que sea muy tarde, porque no se sabe el momento en que venga la desencarnación.
Esa es la única solución: apurar, no tardar; no hay más remedio. Ya no estamos gobernados por el Principio Fulasnitamniano ─cuando había tiempo─, ya no hay tiempo; ahora hay que aprovechar el poco que tenemos para fabricar los Cuerpos Existenciales.
¿Que más tarde esos cuerpos hayan de perfeccionarse?, correcto y sin lugar a duda; si alcanza esta existencia, mejor. ¿Que por último haya que formarlos, hacerlos en oro puro, es decir, llevarlos hasta el estado en que deben convertirse en vehículos de oro espiritual?, es verdad. Cuando eso sea, la Piedra Filosofal está hecha y entonces, ya convertidos en Dioses, perteneceremos a esa orden de la Fraternidad Oculta, a esa orden de los auténticos rosacruces que no se corresponde en forma alguna con ninguna de las escuelas que actualmente existen en el mundo y que lleve el título de “rosacruz”».
El Quinto Evangelio, tomo II, páginas 378 y 379, conferencia «El final de los hijos del Quinto Sol».
Permitidme ahora dejaros unas frases para ser reflexionadas:
«El hombre ocioso solo se ocupa con matar el tiempo, sin ver que el tiempo es quien nos mata».
Valtour
«La pereza va tan despacio que a la miseria no le cuesta trabajo alcanzarla».
Confucio
«El aburrimiento ha entrado en el mundo por la pereza».
La Bruyere
«Por la calles de «después» se llega a la plaza de «nunca»».
P. Coloma
«Tenemos más pereza en el espíritu que en el cuerpo».
La Rochefoucauld
POTIUS SERO QUAM NUMQUAM.
─‘Antes tarde que nunca’─.
KWEN KHAN KHU