El misterio de esa criatura que llamamos hombre

Estimados amigos/as lectores/as:

Os hago llegar unas líneas para entender…

…EL MISTERIO DE ESA CRIATURA QUE LLAMAMOS HOMBRE

Dios Neptuno con tridente- El misterio del hombre

HOMBRE: Esa era la estatura espiritual que tenías cuando fuiste creado a imagen y semejanza del Gran Arquitecto del Universo. Entonces eras el Adán Kadmón, andrógino y dotado del poder del verbo. No se te resistían ni los volcanes, ni los mares, ni los terremotos que hacían temblar nuestro planeta; todo lo controlabas con la lengua de oro que brotaba de tu garganta. Te comunicabas con tu Señor cara a cara porque eras la parte esencial de su proyecto.

Entonces eras una criatura inocente…

Se te dio potestad sobre los reinos mineral, vegetal y animal, y se te dio permiso para que te enseñoreases sobre toda criatura.

Empero, cuando fuiste hiperbóreo ya te habías distanciado de tus orígenes ─el Espacio Abstracto Absoluto─, y las gunas comenzaban a desequilibrarse en tu anatomía física y espiritual. Cuando finalmente tuviste cuerpo celular y habitaste la Lemuria, aún eras hermafrodita. Seguías gozando de la percepción instintiva de las verdades cósmicas y eso te llevó a ver el futuro de la raza humana. Futuro que te estremeció y te llenó de terror.

Para consolarte y hacer que te enamoraras de la vida, fueron enviados unos demiurgos que cometieron un error fatal. Estos demiurgos separaron del control de tu SER a tu potencial ígneo ─Lucifer─ y este empezó a desarrollar en ti deseos que antes no poseías. Se te dotó entonces del Órgano Kundartiguador, una cola energética que luego se hizo física. Con este apéndice pudiste contribuir a que se estabilizara la corteza terrestre, que no cesaba de temblar. Fuiste la máquina receptora de tipos y subtipos de energías cósmicas que transformabas y retransmitías a las capas inferiores de nuestro mundo.

Pero, ¡ay de ti!, cuando se te quitó aquel órgano comenzaron a producirse mutaciones en tu organismo y el hermafroditismo desapareció de tu naturaleza para quedar diferenciada una parte de ti a la que llamaron mujer. Con esa Eva comenzaste a apartarte de tu creador practicando el vicio de la fornicación, perdiendo tu estatus angélico y tus facultades divinas. Comenzó así tu declive.

Fue entonces cuando la lira de Orfeo cayó al pavimento del templo haciéndose pedazos. Perdiste la lengua sagrada y, a cambio, creaste la torre de Babel ─las lenguas diferentes de nuestro orbe─. Esta tragedia era solo el comienzo de tus tribulaciones y por ende fuiste echado del Paraíso Terrenal ─el reino de la Conciencia─ al cual cantó John Milton en su novela grandiosa El paraíso perdido.

Lo que luego sucedió fue el nacimiento del origen de tus dolores desde hace milenios hasta nuestros días. Engendraste al Ego animal pluralizado, que fue haciéndose dueño de tu Conciencia, convirtiéndote en su títere. Desde entonces quedaste sometido a las circunstancias determinadas por los Señores del Karma. Ahora todo te sucede y ni siquiera sabes el porqué. Perdiste tu estatus de Hombre para quedar reducido a la condición de humanoide racional.

El cielo y la Blanca Hermandad han querido ayudarte desde entonces y para ello vinieron de otros mundos seres iluminados como Sanat Kumará, fundador de la bendita Logia Blanca en nuestro planeta, que establecieron templos para asistir a los arrepentidos y que pudieran retomar de nuevo la categoría divina. Pero no fueron muchos los que buscaron la luz. Solo unos pocos tuvieron el valor y la osadía de luchar contra el tirano interior y sus blasfemias. Esos pocos se hicieron nuevamente individuos sagrados que, además, ahora poseían el conocimiento del Bien y del Mal.

Han pasado las razas sobre nuestro planeta y en medio de la historia de cada una ellas han ido apareciendo titanes que se han esforzado por querer restablecer sobre la Tierra el orden divino de inicios de la creación. Eso quiso, en su tiempo ─la Atlántida─ el Manú Vaivasvata. Empero, solo unos pocos quisieron seguir a la Gran Luz. El resto fue tragado junto con aquel continente por las aguas del océano que hoy lleva su nombre ─el Atlántico─.

Los sobrevivientes de aquella catástrofe dieron origen a la raza actual ─la raza Aria─. La actual raza ha conocido diversos Avataras, Profetas, Patriarcas, etc., etc., etc., tales como Moisés, Krishna, el V.M. Aberamentho, Buddha Siddharta Gautama, Tsong Kha Pa, Fu-Ji; todos ellos fueron repudiados por las multitudes, que llegaron inclusive a crucificarlos, envenenarlos, exiliarlos y un sinfín de atropellos que registra nuestra historia.

A tu compañera, la Eva milenaria, la corrompiste de mil maneras para que te acompañara en tus tropelías. Aún en nuestros días ella sigue siendo la representación de Dios Madre, lo cual poco le importa, y esto la ha convertido en un saco de deseos que camina sin rumbo fijo… Tú, humanoide maligno, has sido el arquitecto de esta maldad que ha llevado a la mujer a convertirse en una víbora que inclusive lucha por abortar a sus propios hijos como si se tratase de una gran hazaña.

Te hiciste experto en el arte maligno de la guerra y has roto, voluntariamente, todos los códigos sagrados dejados en este mundo para indicarte el camino de regreso al Padre. Has pisoteado el decálogo mosaico y ahora, desprovisto de amor y de Conciencia, estás planeando el exterminio de tus semejantes mediante una tercera conflagración mundial que nos devolverá a la Edad de Piedra.

Afortunadamente para algunos y muy desafortunadamente para otros, el Sagrado Colegio de Iniciados envió a un Avatara con la experiencia de otros Maha-Manvantaras. Es un Logos planetario, Genio del planeta Marte, cuyo Bodhisattva es el V.M. Samael Aun Weor, que nos ha dejado una extensa obra escrita en la que se describe, paso a paso, lo que hemos de hacer dentro de nosotros para reunirnos con nuestro SER y, consecuentemente, ser salvados anímica y físicamente de la gran tragedia que se avecina para esta raza que se hizo perversa a los ojos de las dinastías solares.

Queda poco tiempo y ya nada ni nadie puede detener al karma en acción. Ahora más que nunca, esta generación malévola habrá de decidirse por llegar a ser ángeles o demonios, águilas o reptiles; ¡¡la suerte está echada!!

Os dejo ahora unas frases para reflexionar:

«Nos curamos de un sufrimiento cuando lo sentimos cabalmente».
Marcel Proust

«Siempre la mujer es sujeto de más causas de dolor que el hombre, y sufre más que él y mejor soporta el sufrimiento».
Balzac

«Sufre con paciencia por Dios pobreza, enfermedad, trabajos y afrentas, y quedarás premiado».
Santa Teresa de Jesús

«El que teme padecer, padece ya lo que teme».
Montaigne

«La felicidad no es un premio sino una consecuencia; el sufrimiento no es un castigo sino un resultado».
Robert G. Ingersoll

SOL JUSTITIAE, ILLUSTRA NOS.
─‘¡Sol de Justicia, ilumínanos!’─.
KWEN KHAN KHU

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