Muy amados amigos y amigas:
Me dirijo a vosotros en esta oportunidad para haceros llegar unos comentarios sobre dos bocetos o dibujos del V.M. Leonardo da Vinci. El primero es llamado La caza del armiño y el segundo se conoce con el nombre de El Señor de la Guerra o Un condottiero.
Antes de adentrarnos en la explicación de este primero de sus bosquejos, veamos lo que dicen los intelectuales sobre el mismo:
«Hemos encontrado dos dibujos interesantes del Maestro Leonardo: el primero que se llama La caza del armiño. Está conservado en el museo Fitzwilliam, universidad de Cambridge, Inglaterra.
En el mismo podemos ver un hombre sentado sobre una piedra que está a punto de golpear un armiño con un látigo o una rama que tiene tres terminaciones. Detrás del hombre se ven instrumentos de trabajar la tierra, una pala y una azada. Encima del armiño se nota un pergamino misterioso».
¿Quién es este hombre que está sentado sobre una piedra? Respuesta: el trabajador de la Gran Obra. Por ello detrás de él se observan instrumentos como una pala y una azada, ambos instrumentos para trabajar la Tierra Filosofal ─nuestro cuerpo material─. Esto nos lleva a recordar aquel acróstico medieval alquimista que era llamado Vitriol, el cual, descompuesto, encerraba la siguiente frase: Visita interiora terrae rectificando invenies occultum lapidem. Traducción: ‘visita el interior de la tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta’. Sin duda, queridos amigos, se trata de hallar en nuestras profundidades, mediante el trabajo incesante sobre nosotros mismos, nuestra Piedra Filosofal.
El látigo, que tiene tres ramificaciones, simboliza a las tres fuerzas primarias de la creación: el Santo Negar, el Santo afirmar y el Santo Conciliar. Todo el poder de las tres fuerzas primarias de la creación reside en la castidad que nosotros seamos capaces de acumular justamente renunciando a la fornicación y domesticando nuestro Mercurio, mostrado aquí bajo la forma de un armiño. Con esto se nos está diciendo que el armiño, con su blancura, es el Mercurio ya unido al Azufre, razón por la cual lo podemos llamar Mercurio Azufrado o Azufre Mercurial. Necesitamos adueñarnos de esa materia sagrada y por esto el hombre de nuestro grabado quiere poseerlo atrapando al armiño. Sobre el armiño vemos un pergamino que flota sobre su cabeza para indicarnos que en torno a esta tarea la ciencia de la Alquimia ha dicho muchas cosas trascendentales.
Más abajo adjuntamos el segundo dibujo llamado El señor de la guerra, hecho por el Maestro Leonardo aproximadamente en el año 1475 y conservado en el Museo Británico de Londres.
Los historiadores dicen: «Vestido con una armadura antigua, el condottiere lleva un yelmo decorado con pergaminos y elementos florales, mientras que las alas del dragón se extienden desde las sienes. En el pecho, la armadura, ricamente ornamentada, tiene una cabeza de león que sobresale».
Este otro dibujo, que muestra al Señor de la Guerra, ilustra para nosotros nada menos y nada más que al Logos Marciano ─la concepción del V.M. Samael que en aquella época tenía el pintor─.
Sin duda alguna, paciente lector, Samael es el Genio de la Guerra dentro del esoterismo auténtico y dentro de las narrativas cabalísticas que ya existían desde entonces. Este Señor de la Guerra está ataviado con un yelmo que se caracteriza por tener unas alas de dragón ─alegoría del elemento alquímico volátil, el Mercurio─, y en su entrepecho vemos una cabeza de león, símbolo del elemento fijo: el fuego de Stella Maris. Su cuerpo está envuelto en una armadura guerrera. Asimismo, en su yelmo, en la parte posterior del mismo, podemos apreciar también dos pergaminos, en los cuales estaría escrita la sabiduría marciana. Igualmente se aprecian flores sobre dicho yelmo, representando las virtudes humanas.
Todo esto nos está diciendo que el Maestro Leonardo da Vinci conocía perfectamente todo lo relacionado con la Magia Sideral, la Kábala, la Alquimia y otros saberes, todo lo cual nos permite calificarlo de genio.
Os entrego ahora unas frases para ser reflexionadas:
«El genio triunfa siempre. Genio que se deja vencer no es nunca genio».
Benavente
«El genio es una revelación de Dios».
Calderón
«El talento es una magistratura; el genio es un sacerdocio».
Victor Hugo
«El genio se compone del dos por ciento de talento y noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación».
Beethoven
«El genio debe pensar que nació, no para sí, sino para ser útil al mundo».
Luciano
ITA EST VITA HOMINUM.
─‘Así es la vida de los hombres’─.
KWEN KHAN KHU